¿Los adolescentes son adictos a los dispositivos móviles? Muchos estudios recientes parecen indicar que sí, e incluso ofrecen datos: uno de cada tres menores dedica más de cinco horas al día a su teléfono. Al día o, al parecer, también por las noches. Una costumbre que se conoce como “vamping”.
Aunque el nombre de este fenómeno es muy llamativo, y recuerda a novelas como Drácula, la realidad es alarmante. El uso de pantallas y la falta de horas de sueño y descanso estarían causando, según parece, insomnio en un alto porcentaje de la población, sobre todo cuando se trata de jóvenes.
¿En qué consiste el “vamping”?
Los adolescentes siempre han sido el grupo de la población que más ha trasnochado por diferentes motivos. El problema, según apuntan diversas investigaciones, surge cuando lo último que miras cada noche es la pantalla de tu dispositivo móvil. O incluso cuando quitas horas al sueño para estar navegando o chateando por el teléfono.
La razón de este fenómeno, que los expertos han denominado “vamping” es muy simple. Antes de irse a dormir, el cuerpo produce melatonina, una hormona que se encarga de regular los ciclos de día y noche para el cuerpo y así, prepara tu organismo para el descanso.
El problema aparece cuando el uso de pantallas antes de dormir provoca un desajuste en tu cuerpo, que puede interpretar su iluminación como que todavía es de día. No solo ocurre con el teléfono, aunque es el principal responsable, sino también, por ejemplo, con muchas videoconsolas, sobre todo portátiles.
En este sentido, es lógico que el llamado “vamping” esté relacionado con el insomnio tecnológico, y que muchas de sus consecuencias también tengan una conexión evidente.
Efectos en los adolescentes
¿Qué pasa cuando quitas horas nocturnas a tu descanso para estar con el teléfono móvil o un aparato similar? Los efectos, sobre todo entre los más jóvenes, que son quienes más padecen el “vamping”, son de varios tipos. Algunas muy claras, pero otras no tanto.
La señal más evidente de que un menor sufre “vamping” es que este muestre cansancio durante el día, sobre todo en la mañana, y que, por lo tanto, tenga más dificultades para afrontar su rutina diaria.
Si la costumbre se mantiene en el tiempo, los expertos advierten de que el rendimiento académico puede verse afectado. A más sueño, peor concentración, y más difícil y complicado se hace el aprendizaje de los jóvenes.
En algunos casos, además, el “vamping” también puede causar sobrepeso, estrés y ansiedad. Esto, a menudo, se traduce en cambios imprevistos en el estado de ánimo, mal humor, e incluso puede provocar depresión en los casos más graves.
Tampoco hay que olvidar que, por mucho que los expertos recomiendan el control de los adultos en la relación de sus hijos con la tecnología, esto rara vez ocurre. Muchos jóvenes, incluso menores de doce años, disfrutan de sus dispositivos sin que sus padres tengan ninguna supervisión de sus hábitos. Algo que, como vemos, puede ser incluso peligroso para la salud.